Imprimir
Visto: 964

Un fantasma recorre Sudamérica

Por Alejandro Goldín

La Rebelión Popular no solo le puso punto final a Piñera sino que después de casi medio siglo terminó con la constitución pinochetista dando vuelta atrás una trágica página de la historia de Chile y de Sudamérica. El hartazgo derrotó al miedo y a la represión.

 

En octubre de 2019 estalló Chile. El catalizador fue un aumento de 30 pesos del Metro (aproximadamente cinco centavos de dólar) pero como explicaron con énfasis, claridad y síntesis, lxs referentes de esa enorme y persistente rebelión popular, no era por 30 pesos, sino por 30 años. Se referían a los 30 años de democracia de baja intensidad, condicionada y limitada por el huevo de la serpiente que dejó Pinochet: la Constitución Neoliberal y autoritaria promulgada por Decreto Supremo el 21 de octubre de 1980 y que entró en vigencia el 11 de marzo de 1981. Una Constitución pensada con el objetivo de consagrar el modelo económico, social,  político y cultural diseñado en la Escuela de Chicago. Desde hace tres décadas alternan en el gobierno una coalición de centro como la Concertación (integrada por el Partido Socialista y la Democracia Cristiana principalmente) y una de derecha y extrema derecha denominada “Coalición por el cambio” e integrada por los partidos pinochetistas o neo pinochetistas Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente. Durante 30 años el Pueblo chileno sufrió la extrema desigualdad absolutamente indefenso como consecuencia de un texto constitucional en el que se consagró un "Estado subsidiario" que no garantiza los más elementales derechos sociales como proveer directamente las prestaciones de salud, educación o seguridad social. Esa Constitución estableció un Estado mínimo que se limita únicamente a supervisar cómo los particulares brindan esos servicios mercantilizados.

En Chile, la educación universitaria no es un derecho. Incluso, muchas de las universidades que antes eran públicas son más caras que las privadas. Además, desde 1981 la educación escolar pasó de ser administrada por el Estado nacional a depender de cada municipio, generando grandes desigualdades entre municipios ricos y pobres. Asimismo, el 87 por ciento de las escuelas públicas fueron entregadas a entes privados, para transformarlas en establecimientos subvencionados.

También en 1981 fueron creadas las Instituciones de Salud Previsional (ISARES) administradas por privados para financiar las prestaciones en salud, alternativa de alto costo a la que la mayoría de los ciudadanos no puede acceder. Para gran parte del pueblo chileno fue creado en 1979 el Fondo Nacional de Salud (FONASA) en reemplazo del sistema de salud pública. FONASA precarizó la salud en Chile y es una de las más cuestionadas instituciones públicas, sometiendo a las personas a listas de esperas para acceder a atención médica, si es que su enfermedad es cubierta.

En 1980 Pinochet acabó con el antiguo sistema público y solidario de jubilaciones a adultos mayores y creó la Administración de Fondo de Pensiones (AFP), sistema que agrupa a diversas empresas privadas que prestan el servicio y que son costeadas en un 100 por ciento por los trabajadores.  Las AFP son la única opción de los chilenos para jubilarse, sometiéndose al rigor del mercado y recibiendo pensiones mediocres. Estas, en su mayoría, no llegan ni a la mitad del sueldo mínimo.

La Constitución de 1980 y las políticas neoliberales le permitieron a Pinochet perpetuar una “dictadura cívica” en tiempos de democracia, entre otras cosas como consecuencia de la extrema “rigidez” de la misma, que para modificarla requiere mayorías de dos tercios o de tres quintos de los diputados y senadores en ejercicio. Eso también fue consecuencia de la “transición chilena”, tan ponderada por las derechas como la española y su “Pacto de la Moncloa” post franquista. Ambas garantizaron la impunidad de los dictadores fascistas y en mayor o menor medida, la continuidad.

Una “dictadura cívica” pero con gran presencia militar, especialmente de la policía militar, de los carabineros, que transcurridos más de 47 años desde el sangriento Golpe al Presidente Salvador Allende y más de treinta desde el retorno a la institucionalidad, siguen reprimiendo cruelmente, intentando mantener el orden establecido mediante el miedo e incluso el terror. Así intentaron ponerle fin a las enormes movilizaciones que comenzaron en octubre de 2019. Pero pese a que los carabineros mataron a más de treinta personas y que disparaban perdigones a los ojos provocando la pérdida de uno o de sus dos órganos de más de trescientos cincuenta y nueve manifestantes, las protestas continuaron hasta marzo de 2020 cuando consiguieron arrancarle a la derecha la convocatoria a un plebiscito nacional para el 26 de abril de 2020 en el que la aprobación a la Reforma Constitucional se impuso con más del 78% de los votos.

 

Ya en el 2006 los estudiantes secundarios, los llamados pinguinos,  habían dado señales del hartazgo; y en el año 2011 junto a la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica y a  a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, de dónde surgió como lideresa política su presidenta, la dirigenta comunista Camila Vallejo, hoy diputada nacional y también la ex presidenta del Estudiantes de la Universidad de Concepción Federación, ex Secretaria General de las Juventudes Comunistas de Chile y legisladora comunista Karol Cariola.

Esta vez la bronca y el hartazgo fueron tan intensos que ni siquiera pudieron ser sofocados por las balas de plomo, por los perdigones, por los tanques hidrantes, por los asesinatos, por las torturas. Y primero en el referendum de octubre del año pasado y después en las elecciones de convencionales constituyentes quedó confirmado que no había sido un estallido social catártico solamente, sino que era la expresión de un salto cualitativo enorme de la conciencia del pueblo que votó abrumadoramente a favor de la Reforma Constitucional y además mayoritariamente a representantes de la izquierda partidaria, el Frente encabezado por el Partido Comunista o a movimientos sociales de izquierda. Esto fue en detrimento de la oposición centrista, en la que le fue especialmente mal a la Democracia Cristiana, y sobre todo de la derecha pinochetista y neopinochetista que consiguió solamente el 22% de los sufragios. Y si bien es cierto que los más favorecidos por el apoyo popular fueron los movimientos sociales, sobre todo por una parte de la juventud descreída de la política, el rol del Partido Comunista tanto en la resistencia a Pinochet, fundando incluso su brazo armado, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, como en las luchas contra el modelo económico social heredado y vigente hasta hoy, fue muy importante y reconocido por una parte muy importante de la clase trabajadora y del pueblo chileno. Aunque  posiblemente haya pagado algún costo político,  principalmente entre la juventud más radicalizada, por haber sido parte de la coalición que en el año 2013 llevó a la presidencia a Michelle Bachelet y en el 2017 como candidato a Alejandro Guillier, quien fuera derrotado por el derechista Sebastián Piñera, el mismo fue poco significativo porque las dos veces que la organización que fuera dirigida por la gran Gladys Marin tomó esa decisión, lo hizo ante el peligro de la llegada a la Jefatura del Estado de uno de los máximos multimillonarios de ese país, que expresa a los sectores más conservadores y amantes de los privilegios.

Los últimos dos actos comiciales evidenciaron que una parte muy importante del pueblo chileno repudió el bipartidismo que gobernó durante los últimos 30 años manteniendo la extrema desigualdad y el autoritarismo. Por eso el voto opositor a Piñera y a la Constitución de Pinochet fue mayoritariamente para las lista de convencionales APRUEBO DIGNIDAD (obtuvo 28 representantes) y su correlato para gobernaciones, alcaldías y concejales, la lista FRENTE AMPLIO, hegemonizadas por el Partido Comunista y las listas de Movimientos Sociales DEL PUEBLO (27 convencionales), NUEVA CONSTITUCIÓN (11) y otros movimientos sociales 30, de los cuales 17 fueron para referentes de los pueblos indigenas. En cambio APRUEBO que es la “Concertación”, a quién gran parte del electorado consideró como parte del continuismo que durante décadas no quiso o no supo o no pudo terminar con la estructura económico-social planificada por los “chicago boys” y que era (o es) el orgullo y el modelo a imitar para todas las derechas de la región, solo consiguió el 17% de los convencionales.  Otro hecho notable de está elección, en que por primera vez fueron elegidos gobernadores regionales y también que la dirigenta comunista Irací Hassler triunfo en la alcaldía de Santiago (no la gobernación del área metropolitaba cuyo balotaje será disputado entre el democristiano Claudio Orrego y Karina Oliva del Frente Amplio) y que el alcalde de Recoleta y futuro a candidato presidencial, el comunista Daniel Jadue, fue reelecto con el 64% de los votos.

La convención constituyente comenzará en julio y el periodo de debate y redacción de la misma será de varios meses. Luego para ser aprobada será sometida a un plebiscito. Es un hecho histórico para Chile y para toda Sudamérica que junto con la elección presidencial de noviembre de este mismo año posiblemente se convertirá en un punto de inflexión en la región.

 

EL MAR ESTÁ REVUELTO

 

En el tablero político de América Latina se comienza a vislumbrar la espuma de una nueva ola emancipadora, la segunda del Siglo XXI. La primera fue encabezada por Hugo Chávez, Lula, Nestor y Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica, Lugo y Zelaya y sufrió la contra ofensiva de las derechas locales aliadas al Departamento de Estado de los Estados Unidos combinando Golpes de Estado clásicos, tradicionales, como los padecidos por Zelaya y Evo Morales, con los “blandos” o “institucionales”, como el sufrido por Dilma Rouseff y la persecusión, procesamientos e incluso en algunos casos encarcelamiento y proscripción a dirigentes ex ex mandatarios como Cristina, Correa y Lula.

La llegada a la presidencia de México de Andrés Manuel López Obrador fue la primera señal de qué algo estaba gestándose en el continente después de la contraofensiva neoliberal. Y el triunfo de la fórmula Alberto-Cristina por sobre Macri, que pese a contar con el pleno respaldo de Trump y el préstamos de 57 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, no logró ser reelecto, confirmaron esa tendencia. Pero fue la vuelta al Gobierno de Bolivia del MAS- luego de tan solo un año de haber sido depuesto por el Golpe supremacista, racista y fascista- que definitivamente encendió la mecha de optimismo. Y ese fuego se acrecentó agitado por las recientes elecciones de convencionales constituyentes en Chile y la elección presidencial en Perú, en que el candidato de izquierda Pedro Castillo, con casi un 20% de los votos, fue el candidato que logró mayor adhesión accediendo al la segunda vuelta contra la ultra derechista Keiko Fujimori. También la rebelión popular en Colombia, que comenzó por un hecho puntual, como en Chile fue la suba del metro, en este caso una reforma tributaria regresiva y conservadora que terminó haciendo estallar por los aires un castillo de cristal que solo se sostiene mediante el terrorismo de Estado implementado por una mafia narco imperialista en la que las Fuerzas Armadas de Colombia funciona como gendarme en la región de los Estados Unidos. La nueva ola popular avanza pero no linealmente. El viento de frente de la globalización neoliberal es muy fuerte, tanto a nivel económico, como mediático-propagandístico- cultural. La globalización neoliberal es un sistema económico-social fundado en un mundo unipolar tras el triunfo de los Estados Unidos en la Guerra Fría y sostenido en el tiempo por un enorme predominio militar, pero también por una arrolladora hegemonía cultural, de ideas y creencias, que penetraron en casi todos los rincones de nuestro planeta.

 

Las tremendas campañas goebelianas de demonización del Populismo e incluso volviendo al antiguo discurso de la Guerra Fría, planteando la antinomia “Libertad o Comunismo” todavía prenden en una parte de nuestras sociedades y fueron claves en el triunfo electoral del banquero de derecha Guillermo Lasso en Ecuador y en este preciso momento consiguieron que en el balotaje que hoy se lleva a cabo en Perú haya un empate técnico entre Castillo y la hija de Fujimori.

El cronograma de las elecciones presidenciales continuará en noviembre en Chile, en mayo de 2022 en Colombia y en octubre en Brasil, con la pelea de fondo, en el “país continente”, entre Lula-Bolsonaro. Si fuera fútbol sería el River-Boca del Bérnabeu y si se fuese una saga cinematográfica sería “La Batalla Final”, pero se trata de nuestra historia contemporánea, la que día a día escribimos los pueblos y la que no empieza ni termina con nuestras vidas.  Fue nuestra primera ola emancipadora la que le puso fin a la teoría de Fukuyama acerca del “Fin de la Historia y de las ideologías” y la que nos recordó que “la victoria tiene algo negativo; jamás es definitiva pero la derrota también tiene algo positivo: nunca es para siempre”.

 

 

Yo pisaré las calles nuevamente

de lo que fue Santiago ensangrentada

y en una hermosa plaza liberada

me detendré a llorar por los ausentes