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Elaboración conjunta del colectivo Marambio

La amplitud del triunfo de les Fernández y Axel en las PASO sorprendió a propios y extraños: sólo un núcleo limitado de políticos, periodistas y analistas -que accedían a los números de algunas encuestadoras que presagiaban una victoria abultada-, se animó a explicitar su convencimiento acerca de que íbamos a vivir un domingo histórico. Eduardo Aliverti, uno de los convencidos cuyos comentarios levantaron nuestro ánimo los días previos a la elección y durante el transcurrir del mismo domingo, señalaba días atrás que las consultoras que manejaban números muy favorables al Frente de Todos preferían no darlos a conocer posiblemente amilanados por el clima de empate técnico que el oficialismo, con la ayuda de operadores financieros, encuestadores propios y medios concentrados, lograron hábilmente instalar hasta generarnos cierta sensación de zozobra el mismo viernes 9 de agosto.

Las encuestas, cuando son serias, constituyen instrumentos válidos para ser utilizados para la acción política, particularmente durante tiempos electorales. El problema es que precisamente durante tiempos electorales es cuando las encuestas o mejor, los encuestadores, pierden seriedad y su carácter instrumental se remite -en la gran mayoría de los casos- a ser utilizadas en operaciones destinadas a favorecer a la fuerza política que las contrata por medio de la muy mentada instalación de climas. Éstas operaciones, que tienen ejecutores expertos en el macrismo como Peña o Durán Barba, mostraron palmariamente sus límites frente al drama cotidiano de millones de argentinos a los que les cuesta comer una vez al día. Quizá una de las enseñanzas que como militantes populares podemos extraer del resultado de las PASO es que, sin descartar los mensajes que de las encuestas puedan extraerse, debemos confiar más en lo que la calle nos indica respecto al estado de ánimo popular y a las expectativas frente a la inminente votación.

En definitiva deberíamos bajar el nivel de expectativas sobre el tipo de información que una serie de preguntas estandarizadas realizadas con diferentes metodologías –algunas claramente inadecuadas para extraer conclusiones confiables-, puede aportar en relación a las complejidades del pensamiento político de los individuos. El clima de empate o victoria/derrota ajustada que la derecha intentó instalar durante toda la campaña y con desvergüenza apenas 48 hs antes de la elección, no se condecía con lo que cualquiera con un poco de sensibilidad podía escrutar en la calle y en su entorno más cercano. El deterioro de las condiciones materiales de vida es un hecho palpable, observable en vastos sectores sociales y esa es la principal explicación de la derrota aplastante del proyecto antipopular.

Pero no sólo las encuestas electorales manipuladas como instrumento para “instalar climas” han mostrado sus limitaciones. En el espacio de opinión, debate, reflexión y aprendizaje que constituye Marambio hemos manifestado una y otra vez el papel fundamental que le otorgábamos a los medios dominantes en la construcción de un cerco que impedía a los ciudadanos conocer el verdadero drama en el que encontraban muchos compatriotas debido a las políticas criminales implementadas por el gobierno. Sin embargo también la manipulación mediática demostró tener límites, ya que a pesar de los enormes esfuerzos que periodistas, medios y analistas serviles han hecho por maquillar una realidad brutal, ésta se empeña en manifestarse amenazando llevarse puestos a un grupo de tipos que, como dice el compañero Capussotto, se creen los dueños de un país que detestan.

Medios hegemónicos y encuestadores con sus encuestas a cuestas nos son suficientes para tapar las terribles consecuencias sociales de las políticas económicas implementadas por nuestros torpes y cínicos neoliberales vernáculos.

Justo es decir que frente a ésta situación el espacio nacional y popular pudo articular una respuesta a la altura, mostrando capacidad de aprendizaje después de tres dolorosas derrotas consecutivas. Que importante ha sido para conseguir el aluvión de votos del domingo 11, la amplitud del armado elaborado  desde el Frente de Todas. Vale la pena puntualizar algunas ideas al respecto:

·         Las bases militantes del peronismo, los partidos y organizaciones de trabajadores, las organizaciones sociales y el amplio espacio de los directa y primariamente afectados por las políticas del Cambiemos hicieron sentir, durante los meses previos a la elección, sus demandas de unidad, reclamo justo para enfrentar con chances al partido de gobierno

·         La unidad se pudo concretar por la renuncia de Cristina a encabezar la fórmula. Su sensibilidad para entender y canalizar las demandas populares que le permiten ejercer un liderazgo que se ha ganado el derecho a ser juzgado por la historia y no por coyunturas puntuales y su capacidad para el análisis político y la conducción estratégica, permitieron dar el puntapie inicial del proceso que culminó con el peronismo unido y recuperando su capacidad de articular espacios frentistas amplios

·         A partir del renunciamiento de Cristina, Alberto pudo desplegar sus dotes de negociador, lo que le permitió cerrar acuerdos con la inmensa mayoría de los gobernadores e intendentes y con el escurridizo pero no menos importante Massa. Mostrándo una faceta desconocida para la mayor parte de la militancia, Alberto se reveló no sólo como un articulador eficaz sino también como un polemista serio, un analista profundo y un líder capaz de empatizar con los sectores populares que pretende reivindicar

·         Axel se transformó en un candidato potente en la provincia de Buenos Aires constituyéndose en un soporte importante de los Fernández, con el aditamento -a estudiar con mayor profundidad- de haber desarrollado una campaña de contacto que es la culminación de un proceso de construcción política de cercanía con el territorio y las organizaciones de base que en el mismo desarrollan su acción

·         Lo señalado en los puntos anteriores aisló rápidamente a aquellos que manifestaban pruritos por acercarse o tener que votar a tal o cual compañero. Mas allá del aprendizaje que al respecto dejaron las elecciones de 2015, estos filtros de pureza fueron sido desbordados por una muy convincente avalancha de votos

Los votos conseguidos por el Frente de Todes parecen ser votos convencidos, escasamente “volátiles” lo que explica  el grado de desesperación mostrado por el oficialismo, sólo equiparable en su intensidad, con los giros copernicanos que han comenzado a ensayar sus comunicadores defensores.

Más allá del placer que nos da visualizar ciertos rostros anonadados, no deberíamos perder de vista la lejanía que el 27 de Octubre supone para el espacio nacional y popular. Una andanada de provocaciones, operaciones mediáticas y financieras –éstas últimas más dolorosas y peligrosas-, caerán sobre nuestras cabezas en el largo devenir hasta ese dichoso domingo de octubre.

Todavía la banda gobernante no sale del estado de shock, hasta sus espadas más pensantes están bajo estado de emoción violenta. El presidente, que dentro del mejor equipo de los últimos 50 años está en el bando de los más primitivos, manifiesta explícitamente su enojo con los votantes y la fuerza política ganadora culpando y castigando a unos y exigiéndole autocrítica a los otros (unos y otros indistinguibles dentro del colectivo multiforme que festejó el domingo). Negación de principios democráticos y devoción manifiesta por la opinión de los mercados y el mundo –un mundo- que constituyen el óraculo que debería guiar nuestro destino sin desviarnos por vetustos conceptos de soberanía popular ejercida por medio del voto.

Intentarán dejarnos una bomba activada lista para detonar el 11 de Diciembre a las 0:00 hs: profundizar las respuestas unitarias e incrementar los niveles de articulación de la oposición no sólo política sino también social permitirán construir un dique que contenga los desvaríos de la derecha extraviada.