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Escrito por Ale Goldín 

 

No me gusta el acuerdo con el FMI. Ningún acuerdo con el FMI me gustaría, ningún acuerdo con el FMI es bueno porque implica una revisión trimestral. Sería muy fácil para mí escribir un texto apasionado, combativo, revolucionario y encendido en contra del FMI y del acuerdo y seguramente lograría mucho más apoyo, adhesión y simpatía. Por mi historia familiar, mi formación, mi propia biografía militante me resultaría mucho más fácil eso. Además NO soy legislador ni tengo ninguna responsabilidad institucional que pudiera afectar al Gobierno o a la UNIDAD del Frente de Todxs. También podría quedarme en silencio como me recomendaron algunxs pero la comodidad NO es lo mío, me parece muy importante debatir entre compañerxs, no temerle al intercambio de opiniones intentando que sea con respeto y fraternidad.

Los acuerdos con el FMI pueden ser horribles, muy malos o malos. Pienso que este es solamente malo y que como aseguró el ex ministro de Economía de Grecia Yanis Varoufakis (que renunció cuando el Presidente Alexis Tzipras deconoció el resultado del plebiscito y acordó pagar la deuda externa de Grecia) es el mejor acuerdo de las últimas décadas logrado por un país con el FMI (pese a ello dijo que él NO pagaría la deuda). Este acuerdo alcanzado no implica ninguna reforma estructural como la laboral (flexibilización) ni previsional y si bien requiere una reducción gradual del déficit es posible hacerlo vía crecimiento y aumento de la recaudación. Tampoco obliga a reducir el presupuesto de la Obra Pública ni de la inversión en Ciencia y Tecnología. Además da aire porque difiere el primer pago con dólares propios del Estado argentino al segundo semestre del año 2026. También es verdad que limita la política monetaria restringiendo la emisión. Todo esto en principio es así aunque es verdad que el año que viene ante algún tipo de incumplimiento el FMI puede exigir más y apretar amenazando con hacer caer a Argentina en cesación de pagos. Por eso no me canso de repetir e insistir que todo acuerdo con el Fondo es malo porque resigna soberanía, porque el Fondo es un organismo financiero internacional al servicio del Imperialismo, de los Estados Unidos más precisamente, para condicionar y si es posible subordinar a los países acreedores. Pero el FMI ya estaba en Argentina desde el año 2018 cuando pactó con Macri el préstamo más grande su historia. Desde hace ya casi 4 años que hay un acuerdo con el Fondo que es imposible de cumplir porque entre este año y el próximo Macri se había comprometido en que Argentina saldaría casi 40 mil millones de dólares, aproximadamente el 90% de la deuda que pidió que significa más del 40% del dinero que todos los países acreedores le adeudan al FMI. Desde el primer día que supimos que era netamente político, que era un pedido especial de Trump para apoyar la reelección de Macri. Lo que demoramos un poco más en tomar consciencia es que tenía un segundo objetivo que era que en caso de que Macri perdiera la elección del año 2019, el Gobierno Peronista asumiera condicionado y limitado.

 

DESDE LA PLATEA TODXS METEMOS LOS GOLES Y NEGOCIAMOS MEJOR

Al Gobierno del Frente de Todxs le esperaba una herencia horrible, un país devastado por las políticas neoliberales que habían provocado el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, el incremento del desempleo a dos dígitos y de la pobreza al 40% y además la deuda externa en dólares había pasado del 20% del Producto Bruto Interno al 90%, más de 100 mil millones era con privados y 44 mil millones con el FMI. Y por si eso fuera poco a los 100 días Argentina se vio dramáticamente afectada por la Pandemia. El Presidente Alberto Fernández y su ministro Martín Guzman tuvieron que negociar la deuda con el Fondo con pocas reservas en el Banco Central que además tuvo que emitir durante el año 2020 más de un billón de pesos para afrontar el desastre social y económico como consecuencia del Covid19 (durante esos 12 meses la caída del PBI fue de casi 10%) y sin mayoría en ambas cámaras del Congreso. Las condiciones objetivas y subjetivas eran muy malas y si bien es cierto que posiblemente Fernández y Guzmán hayan confiado en que acordar con Biden sería más fácil que con Trump y que este FMI era diferente al del año 2001 e incluso al conducido por Lagarde, era y es extremadamente difícil negociar con semejante debilidad. Hasta los máximos detractores de este acuerdo (excepto la izquierda troskista) reconocen públicamente que caer en cesación de pagos sería una catástrofe porque sería inevitable frenar la corrida cambiaria y bancaria y la espiral inflacionaria (o híper) y detener el Golpe de mercado. En pocas palabras: caer en cesación de pagos se llevaría puesto al Gobierno. Y eso el FMI lo sabía y lo sabe. ¿Por qué el Fondo haría una excepción y aceptaría por primera vez en su historia una quita de capital y/o la extensión del plazo para pagar la deuda de 10 a 20 años ante un Gobierno débil, con escasas reservas líquidas en el Banco Central, habiendo perdido la elección legislativa de medio término y con incrementos de precios- especialmente en el rubro alimentos- que no puede controlar?

Nuestro Gobierno (sí, es mi Gobierno) es de coalición. Logró derrotar al Macri gracias a una alianza electoral muy amplia y diversa integrada incluso por dirigentes y sectores que hasta no hace mucho tiempo fueron antagónicos. El Frente de Todxs fue creado por Cristina con una jugada maestra que desconcertó al enemigo consiguiendo alinear detrás de una fórmula presidencial a todo el Peronismo (Gobernadores, CGT, Massa, CTA, Movimientos Sociales, Movimiento Evita y por supuesto a la principal organización Kirchnerista, La Cámpora). Cristina evaluó la correlación de fuerzas y creyó que esa unidad era necesaria para derrotar a Macri e imprescindible para gobernar. Debo reconocer que en un primer momento, entre las 9:18 y el mediodía de ese sábado 18 de mayo de 2019 me costó asimilar el impacto pero a las pocas horas me pareció genial la movida de la Vicepresidenta, aunque todavía creía-equivocadamente- que ella sola podía ganarle a Macri. El tiempo me demostró que estaba equivocado porque en la elección presidencial del 27 de octubre de 2019 el FdT se impuso por 48% a 40%. Sin el apoyo de los gobernadores, de la CGT y de Massa difícilmente hubiesémos podido evitar el balotaje (con perder 3 % y obteniendo menos del 45% deberíamos haber afrontado una segunda vuelta) Sé que esto es contrafáctico pero también sé que si el resultado hubiese sido “finito” todo el bloque de poder local e internacional al que nos enfrentábamos (y enfrentamos) no hubiese dudado en hacer fraude.

La política no es un restaurante en la que unx puede elegir el plato que más le apetece, que más desea. En política la mayoría de las veces sólo es posible optar y muchas veces entre una mala opción y otra mucho peor, o entre una más o menos y una horrible. Posiblemente para muchos de nosotros votar en el año 2019 una fórmula encabezada por Cristina hubiese sido más gratificante pero la ex Presidenta tuvo inteligencia para leer correctamente la coyuntura mundial, regional y nacional y la grandeza de ser consecuente con el antiguo paradigma Peronista que primera está la Patria, después el Movimiento y por último los hombres (y las mujeres por supuesto). Y con respecto a la deuda con el FMI no hay una tercera opción, se cae en cesación de pagos o se firma el acuerdo. Según el ex ministro de Economía de Grecia Yanis Varoufakis es el mejor acuerdo alcanzado por un país en la historia del Fondo. Y lo dice él que pese a ello sostuvo que igualmente NO le pagaría la deuda al FMI.

De todas maneras esta reflexión está muy lejos, a años luz, de celebrar un acuerdo con el FMI y de bajarle el precio a la gravedad de los que significa un monitoreo trimestral. Sin embargo pienso que es un acuerdo que no impide que Argentina siga creciendo y creando empleo y que se mejore la calidad de vida de nuestro Pueblo pero creo que el mayor escollo que tenemos para cumplir con ese objetivo es el establishment local, tanto los grupos económicos, mediáticos y judiciales como la derecha y extrema derecha partidaria que acusan al FMI de Kirchnerista porque no exige el ajuste que pretenden para nuestro país. La Unión Industrial Argentina (UIA), la Mesa de Enlace, la Asociación Empresarial Argentina (AEA) y el Macrismo quieren volver a tener la sumatoria de todo el Poder, quieren volver a ser Gobierno para implementar políticas de shock, para flexibilizar las condiciones laborales, para hacer una reforma previsional, para destruir o al menos debilitar a los sindicatos, para maximizar su tasa de ganancias, para bajar aún más los salarios, que como dijo Macri “son un costo más”. No es el FMI quién impide incrementar las retenciones a las exportaciones de soja, trigo y maíz, cuyos precios internacionales no paran de crecer, por el contrario en el año 2019 ese organismo le solicitó-exigió a Macri que aumentara las retenciones a las exportaciones de soja. Tampoco es el FMI quién impide una reforma tributaria progresiva. Ni tampoco es ese organismo el que provoca en nuestro país el incesante aumento de precios de los alimentos.

En esta coyuntura NO existe un plan C, NO existe una tercera vía, NO existe una tercera posición. La opción es tan dramática como sencilla y binaria: firmar un mal acuerdo con el FMI o caer en cesación de pagos y que el dólar se dispare a $300 (o tal vez $500), que empresas y particulares retiren sus depósitos en dólares de los bancos provocando una corrida bancaria, que la especulación sea tal que los precios aumenten muchísimo más aún, o peor aún, que padezcamos desabastecimiento. Quienes proponen repudiar la deuda pero no dicen ni una sola palabra sobre cuáles serían las consecuencias no solo exhibe su irresponsabilidad sino también su deshonestidad intelectual. Lo mínimo que merece un pueblo y su clase trabajadora antes de dar una batalla de semejante envergadura es estar informado y ser consciente de cuáles son los los riesgos y los peligros que implica un enfrentamiento tan frontal con el Imperialismo. El actual ejemplo de la querida República Bolivariana de Venezuela es como para tener en cuenta. Estados Unidos le hizo un daño tremendo a su Revolución y a su Pueblo provocando la migración de 6 millones de habitantes, el 20% de su población. Primero en el año 2014 acordando con países de la OPEP la baja del barril de petróleo de 100 a 30 dólares y luego directamente aplicándole un bloqueo criminal. Dudo que nuestro Pueblo soportaría las penurias y privaciones que ocasionaría una cesación de pagos con el FMI sin pedir la renuncia del Presidente. Para un sector importante de nuestra sociedad -muy influido por los medios de comunicación- la falta de vasos de Starbucks y de Iphone le resultaba intolerable durante el último gobierno de Cristina. ¿Qué ocurriría ante la falta de divisas para importar máquinas para el funcionamiento del aparato productivo o peor aún, de insumos médicos?.

 

MÁS UNIDAD QUE DISPUTA

El gran desafío de la hora es cómo encontrar un camino equidistante entre el voluntarismo vanguardista que nos conduce al suicidio y el posibilismo de la resignación que nos lleva a una lenta agonía, a la frustración, al desencanto, a una nueva derrota electoral en las elecciones de 2023.

El gran desafío es cómo acumular fuerzas y transformar la correlación de fuerzas, cómo formular un nuevo relato que vuelva a convocar y a entusiasmar. Y creo que para comenzar, el primer paso es volver a llenar la heladera porque con la heladera NO alcanza pero sin la heladera NO se puede.

Y para ello es imprescindible mantener la UNIDAD del Frente de Todxs, institucionalizarlo construyendo canales adecuados para dirimir las diferencias internas. Sobre todo sabiendo que nos enfrentamos a un proyecto autoritario, elitista, oligárquico, que tiene el objetivo de volver a hacer lo mismo pero con mayor intensidad y rapidez. Es fácil de advertir su odio de clase y su hambre de venganza. Enfrente está la muerte. Nuestro deber es derrotar a Tanatos y si no logramos reconstruir un paradigma, un proyecto, una fuerza política que enamore y erotice, que al menos brinde tranquilidad, certeza y fundamentalmente que comience seduciéndonos por el estómago.

 

 

Yanis Varoufakis renunció a su cargo de ministro de Economía luego de que el presidente Alexis Tsipras- electo por el partido de izquierda Siriza- convocara a un referéndum y pese a que triunfo no pagar la deuda externa incumplió y se sometió a las políticas del Banco de Europa y el FMI.