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Ponele que se presente y gane

Escrito por Eduardo Blaustein, publicado en SOCOMPA, PERIODISMO DE FRONTERA, http://socompa.info

 

 

 

¡Uh! Lo que parecía imposible puede suceder. Que CFK se presente a elecciones y las gane. Razones del milagro eventual. El temor a ocupar la silla eléctrica que dejará Macri. Un país que quedaría a contramano de (lo peor) del mundo. (Foto de portada: Estanislao Santos).

 

 

La primera línea no puede sino ser repetitiva con lo ya escrito por medio mundo: nadie sabe si Cristina quiere ser candidata y volver, volver, vamos a volver. Aunque creemos -por un pelito- que sí. Hace bien la Yegua en jugar al póker y hasta nos divierte que lo haga.

Lo escrito por medio mundo tiene su lado cómico según quién emita. Si no se presenta a elecciones –dicen- es porque arruga, o porque no tiene con qué, o porque el parejo cien por ciento de los argentinos la asocia a “la corrupción y al pasado”. Si vuelve es porque se ve forzada. Para zafar de la Justicia. Porque es insaciable. Porque los líderes políticos no siempre pueden elegir su destino sino que son las fuerzas de la historia las que los colocan en equis lado. Carlos Pagni escribió algo parecido y no la pifia. Puede que Luis Majul haya escrito con infinito menos nivel que si Cristina se presenta es porque está obligada ya no recuerdo –ni importa- por qué suma aritmética de perversiones.

Es más cómica aun la suma de especulaciones que hace la derecha y la interna respectiva del macrismo: ¿les conviene o no a los Malos que CFK se presente? Allá ellos, hora de disfrutar un poco nosotros de sus cuitas.

La cuestión –y esto es relativamente sorpresivo aunque uno pudiera verla venir- es que por primera vez es verosímil que CFK se presente e incluso que gane (o un aprobado por ella). Se sabe: lo dice más de una encuesta creíble. Con todos los tanques, cazabombarderos, misiles y portaaviones que le tiraron, “Ella”, la tirana, puede volver.

Joder, es mucho.

Algo habrá hecho

Es evidente que a la hora de interpretar por qué Cristina puede volver no alcanza solamente con aludir a los efectos deletéreos del Plan Malaria descerrajado por la gestión de Mauricio Macri. Es eso y con suerte alguna memoria del pasado anterior (kirchnerista); pero es mucho más que eso. Para que se hiciera verosímil que Cristina se presentara había que superar el célebre “Con ella sola no alcanza y sin ella no se puede”. Es decir: la suma de los cachos que tan bonito venían naufragando desde 2015. CFK fue la primera en verlo. Fue la primera en entender y asumir el panorama espantoso que pintaba a poco de asumido el Gobierno, mientras los demás silbaban bajito o negociaban. Convocó a la unidad (ciudadana, pintando a transversal) desde aquel primer discurso ante los tribunales de Comodoro Py. Miles y miles bajo la lluvia bancándola. Eso en parte es un líder: ver antes, mostrar cierto coraje en el riesgo de la soledad, animarse, decir, contar con tribuna propia. Durante un tiempo que se hizo y sigue haciéndose eterno, los demás estuvieron de muestra. Segundones.

Para que Cristina pudiera ser candidata había que armar. Vio que era bueno y armó. Sí, arma “por arriba”, pecado mortal de la politiquería. Cristina es la que arma con unos pocos, y desde hace un tiempo con Alberto Fernández en rol estelar.

Tipo particular este Alberto: de muy buen discurso, inteligente e incluso simpático, medio pejotista progre que pasó por unos cuantos lados (un “demasiadómetro” ahí si les place) y que a la vez es miembro fundador del Grupo Calafate. El haber andado por tanto aquí y allá le abre el diálogo a cantidad de sectores del peronismo, posiblemente no tanto al rompecabezas gremial o a los movimientos sociales. Como político porteño no le fue muy bien, la pifió seguido. Momento político raro también, porque hasta hace poco llevaba en la frente la marca de Caín impuesta por Néstor y Cristina: él fue el turro que quería arreglar con el Grupo Clarín, algo odioso para los duros. Uno cree que hay peores cosas en este mundo, muy particularmente en el presente. Es más: a qué viene (venía, todo pasa) la bronca sacrosanta del kirchnerismo presuntamente duro con Alberto Fernández si el propio Néstor tuvo que tener buena relación con el compañero Magnetto en su presidencia, al punto que le hizo regalos flor y truco.

Vamos a decir algo embromado respecto de estas cuestiones. No jodamos con encaramarnos a un lugar de ética política absoluta. Es decir –ejemplos- cuando le pegamos a Felipe Solá ya sea por Kosteki y Santillán (siendo que la cosa fue más compleja), ya sea por su gestión en Agricultura con Menem (transgénicos), o porque lo bardea una piba joven nada menos que en la presentación de su libro.

Putear es fácil, construir es complicado. Otro puteado de moda: Juan Grabois. ¿Está ilícitamente asociado a Bergoglio y negocia por lo bajo con Carolina Stanley o Rodríguez Larreta? ¿Crea o atiende exclusivamente en función de su propio microemprendimiento? Sí, es un muchacho inteligente, intenso, tal vez jodido. Pero tiene un buen discurso y un frente antimacri necesita de los movimientos sociales de manera imperiosa, harto participativa y propositiva. Eso incluye al eventualmente dudoso Grabois y a muchos más. Está de moda entre algunos putear también a Bergoglio y su pasado en Guardia de Hierro, corriente embromada pero de gente formada y al menos nacionalista en sentido menos malo. Claro que uno no quiere a la Iglesia en su cama ni en el Estado. Pero el que escribe prefiere comparar los nombres de los mencionados puteados (incluso por uno mismo) con los otros nombres propios del mal absoluto: Macri, Lagarde, Dujovne, Gerardo MoralesAguad, Patricia Bullrich, su ruta y sus políticas destructivas. Eso es lo que hay que parar: la dinamitación de un país.

Sumá puntos y ganá

Volvamos a CFK. La que -¡milagro!- lidera más de una encuesta ganándole a Macri y/o Vidal en primera y segunda vuelta. Hay que tener con qué. Urgente, reiteramos: por algo será. Por comparación con lo que hay. Por comparación con lo que hubo. Porque está tejiendo y tejiendo. Si destejió en su segunda presidencia y eso le (nos) costó caro, ahora teje más bonito. Mucho muchacho/a volviendo al espacio o dialogando con ella, no necesariamente, claro, de buena apariencia: Moyanos, Evitas, sindicalistas poco proclives a la combatividad, gobernas, intendentes bonaerenses variopintos.

¿Hay acaso un frente de izquierda creativa o socialdemócrata alternativo o superador de ese quilombo que es siempre el peronismo? ¿Hay posibilidades reales de  construirlo? No.

CFK teje, suma, acerca. Física elemental de la política: lo que ella acerca lo pierden otros. A Miguel Pichetto se le parte el bloque mal, muy mal. Los senadores que se le van anuncian que harán un interbloque con el de Cristina. Van entonces orondos Clarín y La Nación. En lugar de decir que eso implica ganancia política de Cristina (trataremos de eludir la palabra kirchnerismo) titulan “crisis del peronismo”. Que está en crisis, sí. Pero se va uniendo lo que demoraba y demoraba. Y aclaramos: no nos llena de júbilo leninista, gramsciano, hippie o montonero la unidad peronista, unidad que debe incluir  a muchos otros. Pero hay que ganarle a Macri.

A los que desde la izquierda, el progresismo puro o el kirchnerismo duro hablan de rejunte de esperpentos, el que escribe responde, poniendo cara de Pequeño Saltamontes: miren, muchachos, la mitad de esta sociedad votó a Macri. La enorme mayoría de esta sociedad no quiere molestarse en participar, menos “construir desde abajo”, batir tambores, no quiere vestirse de rojo ni hacer la Revolución. El tercio duro que aun banca al macrismo (mucho más que posiblemente ya no por Macri sino por rabia y derecha y antiperonismo y se acabó) no quiere justicia social, expandir derechos, levantar la persianas de las fábricas ni que la democracia cure, haga de comer y eduque. Si se pudiera eliminar a la extensa parte molesta de la sociedad sin hacer demasiado quilombo, ese tercio lo haría.

No vengan tampoco con el sambenito de los argentinos acostumbrados a votar el mal menor. Ya se escribió acá: más vale gripe que tuberculosis, heridas leves que muerte.

Yo, la peor de todas

Por algo será. Fue la primera, Cristina, en avizorar la necesidad (histórica, repetida) de un frente o espacio opositor bien amplio, antiajuste entre otros rubros. Estuvo sola y casi callada, bancando mil tapas en contra, juicios, destripamiento, humillaciones, acompañada por pocos y su base fuerte de fieles. Muchos otros que habían estado con ella le huyeron como de la peste en una mezcla de mezquindad, ceguera, conservadurismo, cagacito, cuido mi quinta. Siendo como es Cristina, Chica 10, Me las Sé Todas, conociendo también sus rasgos complicados, pudo rajarse del mundo y cantar rencor, mi viejo rencor. O bien Me voy/ como se han ido tantos. O decir: se van a cagar todos, me tienen los ovarios al plato. Puede decirse: Cristina está siendo generosa.

A gusto de quien escribe ya podría hablar más en lugar de usar las redes sociales en cuentagotas. Pero uno se supone que (uno) sabe bastante menos de política que ella. Hizo bien en mantener su bajo perfil y dejar que #Gato y su pandilla se desgastaran en costosísimas cuotas, intolerables de lentas, terribles en términos de sufrimiento social. No te fue mal con esa, gordita. A la sociedad sí, pero eso es culpa del voto popular y la penuria opositora.

Al que le escribe le gusta y le da cosa (¡miedo!) que Cristina pueda volver a ser presidenta. Le gusta porque el clima del país y el rumbo de su eventual reconstrucción serían muy distintos. Porque un poco de alegría volvería a nuestras almas mustias. Miedo porque Macri deja instaladas una decena de bombas atómicas. Porque la herencia será terrible de afrontar. Porque de volver, volver, volver, CFK volvería –salvo un enorme ingenio discursivo y político- sin ser lo nuevo, que es lo que se supone que siempre se espera de un candidato, de una campaña, de una próxima presidencia. Volvería conocidísima, taladrada, odiada por millones de irreductibles, con la cancha inclinada, viento en contra, con los factores de poder pegándole de puntín.

Será también por eso –supone uno o quiere creer- que CFK teje y teje en silencio. Porque para afrontar lo que se viene hay que inventar un contrapoder despacito y en lo posible con buena letra. Reitero y perdón por lo impolítico e indelicado: no es con mera construcción política desde abajo como se enfrenta a los Malos. No va el mundo, lamentablemente, por ese camino. Más bien son los neofascismos, las derechas autoritarias y las democracias delegativas vaciadas el paisaje de “lo nuevo”. Los nuevos líderes políticos, si permiten el chiste, tienen el dudoso derecho de decir –como en aquella publicidad en el vestuario- no me pidan que cabecee. Estas sociedades empobrecidas, rabiosas, rencorosas, antipolíticas, se arman con línea de cinco en el fondo, cuatro en el medio y un grandote arriba a la pesca. No suben los laterales, los del mediocampo lo hacen con recelo. Es la sociedad misma la que se satisface con solo echarle culpas a los otros, votar Macri y Bolsonaro, gruñir “Son todos iguales. O te roban (K) o te cagan (M)”. Que lo arreglen otros/ que se arreglen los otros.

¿Será ella?, ¿será otre?

Cambiemos de escenario. Ponele que ella no. ¿Quién entonces sería candidato, partiendo de la idea de un no sé, qué, un kirchnerismo ampliado, un post-kirchnerismo? ¿El que gane una interna abierta? ¿Se consumará esa interna? ¿Felipe? ¿El Chivo Rossi? ¿Algún Alberto? ¿Trasladaría a ellos sus votos Cristina? ¿Sería más conveniente para ganarle a Macri un candidato menos perturbador que Cristina? ¿Ese otro candidato sería garantía de algo? ¿Inventar un término que supere la palabra/ concepto “kirchnerismo” sería un avance?

Ponele que Sergio Massa juega por la suya y que saca su 9, 11, 13 por ciento. ¿Esos votantes se inclinarán por quién? Antes creíamos que más por Macri. Hoy eso se hace dudoso.

Por el solo gusto de molestar: ¿aceptarían, hermanos y hermanas, Cristina Presidente/ Massa gobernador? ¿Alberto Fernández presi, Massa goberna? ¿Felipe Presidente, Cristina gobernadora? No me digan los más K Cristina Presidente, Magario Gobernadora. Esa es fácil. Tranquilos, a esta altura solo estamos jugando. Y olvidando nombres: Kicillof, un Rodríguez Saá, las aspiraciones del turbio Manzur y a Urtubey no lo contamos.

Fin del juego. Vayamos a aquello por lo que uno sí ruega y reza seriamente. Suponiendo que algo parecido al kirchnerismo suceda a este gobierno –muy presumiblemente algo más aguado de lo que fue el kirchnerismo salvo que gane CFK, y aun así- favor de no repetir errores. Favor de incorporar en serio a los de abajo y empoderar. Favor de que no vuelva el agrande, la soberbia, la lógica de La Jefa y El Soldado, el grito al pedo, el sectarismo, el aislamiento, desatar sin sentido la bronca de los otros. Se trata de no autosatisfacerse con las imágenes icónicas de Néstor zambulléndose en multitudes, de Néstor y Cristina en aquel video de cuando eran jóvenes novios y compañeros, de la bella fotografía icónica de Ella abrazada a Él. Favor de reinventarse. No sabemos cómo. Favor de estimular a la sociedad para que se ponga las pilas. No sabemos cómo. Vaya a saber qué se haría con los espectros del Poder Judicial, la economía, la deuda externa.

 

No tenemos la más pálida idea de lo que vaya a suceder. Solo manejamos verosímiles. Pero bueno, ya es algo, tras tres años de padecimiento. Ya es algo jugar a otro futuro menos bajón y con algo de promisorio, o al menos de reparador.