Joao Pedro Stedile, líder del MST (Movimiento de los Sin Tierra), habla de cuáles serán los próximos pasos de la izquierda después de la victoria de Jair Bolsonaro - (traducido por Miguel)

 

 

“Salimos de éste proceso aglutinados, con capacidad y fuerza organizada para resistir la pretendida ofensiva fascista”. La afirmación es de Joao Pedro Stedile, de la coordinadora nacional del movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), sobre el resultado de las elecciones presidenciales.

 

En una entrevista con Radio Brasil de Hecho, poco después de la victoria de Jair Bolsonaro (PSL), Stedile resaltó que a pesar de la derrota electoral el campo progresista se anotó una victoria política manifestada en el fuerte proceso de unidad que se gestó en las últimas semanas. En su opinión el gobierno de Bolsonaro, que se iniciará el 1º de enero de 2019, se asemejará al gobierno de Pinochet en Chile, debido a su naturaleza fascista.

“Será un gobierno que usará en forma permanente la represión, las amenazas y el amedrentamiento. Va a liberar las fuerzas reaccionarias que están presentes en la sociedad. Por otro lado intentará dar total libertad al capital con un programa de neto corte neoliberal. Pero esa fórmula es inviable, no podrá dar cohesión a la sociedad y no resolverá los principales problemas de la población” dijo Stédile.

A continuación el desarrollo completo de la entrevista:

 

¿Qué decirle a los mas de 46 millones de personas que votaron a Fernando Haddad, apoyado por el MST?

Todavía estamos en el calor del análisis de los resultados y debemos tener mucha serenidad y entender el contexto de la luchas de clases en el cual se inscribió la disputa electoral. No debemos considerarnos derrotados por el resultado. Aunque las urnas le hayan dado legitimidad a Bolsonaro, no significa que él tenga el apoyo de la mayoría de la población. Hubo un alto índice de abstención, 31 millones de personas, que sumados a los 45 millones que votaron a Haddad indican que 76 millones de brasileños no votaron a Bolsonaro.

 

Pero también hubo una división electoral clara geográficamente a hablando. Cuando miramos el mapa de Brasil y los gobernadores electos, tenemos que 12 son candidatos progresistas y del campo popular, que van desde el estado de Pará hasta el electo gobernador Renato Casagrande (PSB) en Espíritu Santo. El Nordeste y una parte de la Amazonía son un polo de resistencia geográfico que demuestra claramente que su población no quiere seguir el rumbo del proyecto fascista de Bolsonaro.

 

Por último para completar un breve balance, la última semana se produjo una victoria política de la izquierda y los movimientos populares –dicho esto más allá o a pesar del resultado electoral-: tuvimos innumerables y masivas manifestaciones callejeras con expresión unitaria de las fuerzas organizadas, sindicatos, intelectuales, estudiantes, universidades y movimientos sociales. Nunca antes en la historia de Brasil se habían movilizado mas de 500 mil mujeres en todo el territorio nacional, en mas de 360 ciudades, para decir en la calle “Él NO”, “Fascismo NO”.

 

Por todo lo anterior creo que el balance no es el de una derrota política sino el de una derrota electoral, pero salimos del proceso aglutinados, con fuerza organizada y capacidad para resistir la pretendida ofensiva fascista.

 

A pesar de las bravuconadas de Bolsonaro, sabemos que en el campo institucional tendrá limitaciones. Él ha dicho que tiene la intención de tipificar al MST y al MTST como organizaciones terroristas. ¿Existe la posibilidad real e institucional de que esto acontezca?

Creo que el gobierno de Bolsonaro se va a asemejar, si hiciésemos un paralelo, con el de Pinochet en Chile. No por la forma de arribar al gobierno pero si por su naturaleza fascista. Va a ser un gobierno que va a usar en todo momento la represión, la amenaza y el amedrentamiento. Va a liberar las fuerzas reaccionarias que están presentes en la sociedad. Por otro lado va a procurar dar total libertad al capital en un programa claramente neoliberal. Pero esta fórmula es inviable: no logrará cohesión social y no resolverá los problemas fundamentales de la población

Brasil vive una grave crisis económica que es la raíz de todo éste proceso, desde 2012 que Brasil no crece, no produce nuevas riquezas y al no crecer los problemas económicos, sociales y ambientales van aumentando. .

 

Bolsonaro con su programa ultraliberal de defensa de los intereses del capital, puede ayudar a los bancos, puede lograr que los bancos sigan teniendo importantes ganancias, puede ayudar a las grandes empresas transnacionales a que tomen por asalto las riquezas del país, pero lo que no puede ni podrá es resolver los problemas concretos de los trabajadores, los jubilados, los sin tierra, los sin techo y esto va a aumentar las contradicciones. Se va a generar caos social lo que permitirá que los movimientos sociales retomen la ofensiva de la mano de movilizaciones masivas. En el fondo, más allá de que está la Constitución –que él no va a respetar mucho-, lo que nos va a proteger, lo que va a impedir que nos corra debajo de la alfombra, es la movilización callejera. Nos va a proteger la capacidad de aglutinar al pueblo, la capacidad de movilizar en defensa de derechos adquiridos. No nos asustemos: las contradicciones que ellos van a generar y la respuestas populares serán mucho mayores de las posibilidades que tendrán de reprimir impunenmente.

 

Hay otra lucha que tiene relación con las elecciones, que desde que comenzó la campaña electoral quedó en segundo plano: la prisión ilegal e injusta del expresidente Lula. ¿Cuál es la perspectiva de los movimientos populares frente a ésta otra batalla?

Los movimientos populares han sostenido durante todo éste periodo que el presidente Lula fue secuestrado por el capital haciendo uso de un Poder Judicial totalmente servil a los intereses del capital. Él fue preso ilegalmente. Otros, no solo políticos, están respondiendo en libertad, de tal manera que se cumpla la Constitución, que sólo permite la prisión después que el proceso pasa por todas las instancias.

 

En el caso de Lula aún le falta ser juzgado por el STJ y después por el STF. Más aún: no lo dejaron ser candidato cuando el registro de su candidatura fue correctamente realizado mientras otros 1400 candidatos participaron de las elecciones estando exactamente en la misma situación judicial que Lula. Finalmente le prohibieron hablar cuando cualquier bandido de quinta categoría puede darle una entrevista a O Globo. Fue famoso el caso del ex - arquero de Flamengo que aparecía todos los días en el canal Globo TV. A Lula le prohibieron comunicarse con su pueblo: ellos sabían que Lula es el principal líder popular de Brasil, capaz de aglutinar amplias fuerzas populares y llevar el debate electoral hacia la discusión de proyectos. Es evidente que parte de los electores de Lula, que creen en Lula, son trabajadores engañados por una campaña de mentiras tal que acabaron votando a Bolsonaro.

 

La izquierda y los movimientos populares tenemos un desafío enorme de ahora en adelante: organizar comités populares en todo Brasil, organizar un verdadero movimiento de masas y organizar una inmensa campaña por su libertad. Una de las acciones consistirá en solicitar su designación como candidato al premio Nobel de la Paz el próximo año, en una campaña encabezada por el Premio Nobel de la Paz argentino y luchador antidictatorial, Adolfo Pérez Esquivel

 

Tenemos una tarea enorme para organizar los comités y transformar la lucha por la libertad de Lula en una bandera popular. Evidentemente existen otros desafíos: uno de ellos es transformar el Frente Brasil Popular en un Frente del Pueblo sin miedo, ampliándolo hasta constituirlo quizá en un Frente Popular para la defensa de la Democracia y contra el fascismo. Tenemos mucha lucha por delante. La lucha de clases es así. Es muy parecida a un partido de fútbol en medio de un campeonato largo: un domingo se pierde un juego pero puede que el próximo domingo se tenga revancha y se gane. Lo fundamental es seguir acumulando fuerzas y organizando a nuestro pueblo. Es esto lo que cambia la correlación de fuerzas.

 

¿Cómo sale parada la izquierda de la batalla electoral? ¿Los partidos, los movimientos y el propio Fernando Haddad?

Me involucre personalmente en la campaña, también lo hizo nuestro movimiento en tanto integrante del Frente Brasil Popular y noté claramente en las últimas dos semanas un nuevo aliento una nueva interpretación de lo que está aconteciendo en Brasil. Mucha gente se movilizó por fuera de las estructuras de partidos y movimiento sociales, es decir que existen energías en la sociedad para resistir al fascismo.

 

Ahora bien, no podemos quedarnos en el reduccionismo de la vida partidaria y en las especulaciones de los que sucederá con fulano o mengano. Los individuos importan poco en éste proceso. La luchas de clases es de clases y por lo tanto será la dinámica de la lucha de clases la que alterará la relación de fuerzas y va a resolver los problemas del pueblo. En el medio de la lucha de clases irán surgiendo nuevos líderes y nuevas referencias. No podemos apegarnos a lecturas anticipadas: “Haddad se candidatea para el 2022”, “Ciro se candidatea al 2022”. Ciro Gomes hizo un gran papel en el primer turno no sólo por los votos conseguidos sino por el contenido de sus propuestas pero después arrojó lo positivo en el tacho de la basura al abstenerse de la disputa política del segundo turno. La vida útil de Ciro duró tres semanas.

Creo que la izquierda y los movimientos sociales tienen una agenda bien específica: la causa de las mujeres, el problema de la vivienda, el problema de la tierra, la defensa de los derechos laborales. Por lo tanto tenemos que analizar con serenidad el nuevo escenario, hacer las críticas y autocríticas necesarias y retomar la lucha por nuestra agenda histórica.

Quedó claro durante la campaña que tenemos que retomar el trabajo de base: si hubiéramos tenido la paciencia de, a lo largo de los casi seis meses de actividad proselitista, visitar cada casa en los barrios de la periferia en los que vive el pueblo pobre, creo que hubiéramos tenido otro resultado electoral. El pueblo entiende, pero nadie fue a hablar con él.

Tenemos que tener en claro que lo que altera la correlación de fuerzas no es el discurso, no es el mensaje en WhatsApp. Lo que altera la correlación de fuerzas y resuelve los problemas concretos de la población es la organización de la clase trabajadora y la población para encarar la lucha de masas.

Si falta el trabajo tenemos que encarar la lucha contra el desempleo. Si el gas está muy caro, tenemos que encarar la lucha para abaratarlo. Esto exige lucha de masas. Reconozcamos que la izquierda abandonó la formación política. Las personas fueron penetradas por las mentiras de la campaña de Bolsonaro, ¿por qué?: porque carecen del discernimiento político para discriminar las mentiras de la realidad. Esto sólo se resuelve con formación política e ideológica, logrando que las personas puedan discenir por sí mismas sin esperar la orientación de alguien.

Es así que tenemos que potenciar el bello trabajo de difusión de nuestros medios de comunicación populares, radios, periódicos, tabloides, internet. De hecho la televisión dejó de pesar decisivamente en la formación de la opinión pública. Tenemos que potenciar nuestros propios medios de comunicación. Ahora es el tiempo ideal.

 

 

Finalmente, tenemos que generar un nuevo debate en el país sobre un proyecto –también nuevo- soberano, para una sociedad igualitaría y por ende más justa. Como ésta última campaña estuvo basada en la mentira y en la lucha contra la mentira, nosotros no discutimos programa, no discutimos una propuesta estructural para el país. Ahora tenemos que recuperar ese debate para, en los próximos meses y años, reconstruir la unidad popular en torno de un proyecto. Un programa de soluciones para el pueblo que evidentemente Bolsonaro y su gobierno no brindarán.