Por el colectivo Marambio

En el contexto electoral pre PASO del 12/09, proponemos el ejercicio de leer dos párrafos de Jorge Alemán que arrojan luz sobre la relación entre la derecha contemporánea, la democracia y los desafíos para las fuerzas políticas que caminan por la ancha avenida del espacio nacional y popular:

 

“…el Coronavirus es el primer eclipse serio del dominio norteamericano, que ya no parece disponer de ninguna idea de Civilización. Queda por ver cómo los países emergentes, los únicos aún capaces de una invención política distinta, son capaces de reinventar un justicialismo del siglo XXI, socialista en la distribución del ingreso, soberano con respecto a las experiencias de lo Común: el medio ambiente, la salud pública y la educación y que sepa radicalizar la democracia esquivando las derivas neofascistas que ahora más que nunca disputan el sentido de la experiencia de la Patria y el Otro que la sostiene.

“…en la complejidad de semejante panorama, donde el capitalismo, en su mutación neoliberal posfascista, no aparenta tener contradicciones que de modo inmanente lo conduzcan a su final, resta sólo una brecha que los proyectos nacionales, populares y emancipadores deben tener en cuenta: el neoliberalismo, en la heterogeneidad cambiante de sus formas, sólo dispone de una administración económica represiva, a la que sus representantes definen como “gobernanza”. Dicho de otro modo, no dispone de ninguna capacidad para articular Pueblo, Nación y Estado. De ahí sus inevitables apelaciones al surgimiento de una identidad xenófoba y racista para darle un nuevo contenido a la nación. Por tanto carece de legitimidad para construir un gobierno democrático. De esta brecha y sus posibles derivas políticas depende, a mi parecer, el futuro de la condición humana. Porque en esta brecha entre el neoliberalismo y la democracia es donde aparecen las condiciones, aún impensables, de un final del capitalismo. Ese final para el que aún no disponemos de nominación alguna.

¿Porqué arrancamos con éstos dos párrafos?. Porque resumen los elementos centrales que debemos tener en cuenta a la hora de posicionarnos frente a las próximas elecciones:

·         Que el capitalismo neoliberal y la derecha parecen no disponer de ninguna idea de Civilización. Sin embargo el neoliberalismo y sus representaciones políticas siguen existiendo, entonces: ¿qué propone su modelo?... consolidar un mundo y un país para pocos, construir un estado bobo que defienda los intereses de los más ricos y reprima los reclamos de las mayorías populares, condenar a la marginalidad a éstas mayorías conculcando derechos adquiridos y enterrando la posibilidad de incorporar nuevos

·         El neoliberalismo dispone de una administración económica represiva que determina su incapacidad de articular Pueblo, Nación y Estado y carece por lo tanto de legitimidad para construir un gobierno democrático. La brecha entre neoliberalismo y democracia explica que la campaña electoral que plantea la oposición se base en escándalos por fiestas que no debieron acontecer, mentiras sostenidas con un caradurismo que impresiona -como que el gobierno de Alberto contrajo más deuda que Macri y su cohorte-, generalidades decoradas por un antiperonismo inalterable -su único recurso memorioso, en el mundo del eterno presente en el que pretenden hacernos vivir-, apelaciones a la mano dura para combatir la inseguridad, vocinglería libertaria para contener su núcleo más duro y reivindicación vacia de su gobierno -a todas luces nefasto-. Plantean una campaña berreta, no sólo porque son berretas sino también porque la manera que tienen de superar coyunturalmente la contradicción neoliberalismo-democracia es despojando a ésta última de contenido apelando a la antipolítica como recurso para quitar a los sectores populares capacidad de acción y decisión –en el contexto electoral por medio del voto-

Lo complicado es que no pocas veces consiguen arrastrarnos al terreno fangoso en el que la derecha se siente más cómoda: cuando nos pegamos tiros en los pies al aparecer fotos de una fiesta indefendible, cuando al intentar defendernos usamos armas similares a las que ellos manejan con soltura, cuando no podemos poner en el centro los logros de nuestro gobierno -que existen y deben ser resaltados-, cuando no podemos poner en discusión modelos y plantear un horizonte futuro de recuperación para los tiempos post-pandémicos.

Debemos radicalizar la democracia y las futuras elecciones deben plantearse como un hito en ésta dirección, discutiendo ésta perspectiva internamente, con el pueblo y con los dueños del poder. Debemos avanzar para lograr que la democracia y el proceso electoral sean fuente de legitimidad para la cuota de poder que la política conserva y la que vamos a disputar, logrando potenciar los instrumentos que permitan avanzar hacia una mejor distribución de la riqueza incorporando a los que quedaron en los márgenes o fuera del sistema, garantizando que el Estado juegue un papel como gestor y administrador de derechos marcando el camino de la recuperación económica, priorizando que comida, educación, salud y vivienda sean derechos universales, planteando una agenda de desarrollo a futuro dónde la explotación de los recursos naturales esté unida a agregarles valor en el país por medio de su transformación industrial en actividades ambientalmente sustentables. El debate y las propuestas electorales deben ser el prólogo de una acción de gobierno más audaz que consolide al Frente de Todos como representación del espacio nacional, popular, democrático y feminista con centralidad en el peronismo, disciplinando a la derecha y aislando a sus sectores más ultras. La historia reciente ha dado numerosos ejemplos de que la memoria popular es uno de nuestros activos y que el acompañamiento se potenciará cuando el buen vivir alcance a los sectores de la economía informal, los marginados, los desempleados, los trabajadores y parte de la clase media, transformando la apatía y desconfianza en movilización y participación activa.

 

En las PASO la derecha dirimirá internas feroces en los distritos más importantes: CABA, la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fé. Cualquiera sea el resultado, dejará heridos de cara a las generales de noviembre: todo indica que les será muy difícil lavarse la cara y presentarse hacia las elecciones definitivas como una fuerza capaz de atraer sectores por fuera de su núcleo duro. Por el contrario parecen tener la intensión de que a su derecha sólo quede la pared.

De nuestro lado debemos resaltar como un logro el haber mantenido la unidad del espacio, alejando la disputa por la hegemonía del mismo para que se defina de forma “natural” en el contexto post-pandémico en función de los resultados de la gestión, de la profundización de medidas redistributivas y de la disputa con el poder real. Lo anterior no puede ocultar que se han producido “chisporroteos” de mayor o menor intensidad:

·         duele lo de Santa Fé porque el afectado es alguien de indudable lealtad y capacidad como el “Chivo “ Rossi, una de los militantes que expresa de la mejor manera la historia y el presente del movimiento popular -más cuando del otro lado está el actual gobernador Perotti, hombre que casi siempre pierde el equilibrio para la derecha, como vimos con el caso de Vicentin o en el conflicto por el precio de la carne-.

·         los movimientos sociales también fueron postergados en el armado de las listas. Los cambios que se dan con la salida del Ministro Arroyo y la entrada de Juanchi Zabaleta en el Ministerio de Desarrollo Social, pareciera que buscan terminar con la metodología de que los subsidios se manejen a través de las organizaciones: detrás de esta búsqueda de transparencia se corre el riesgo de debilitar la organización popular. En un contexto en el que se necesita en forma perentoria superar las consecuencias sociales de la crisis que dejó el macrismo y profundizó la pandemia, las organizaciones sin duda no son parte del problema sino de la solución: comedores, merenderos, espacios sanitarios, emprendimientos de la Economía Popular, Social y Solidaria han brindado cobertura a los sectores más postergados, han generado puestos de trabajo y su tarea debe ser potenciada incorporando sus visiones como aporte doctrinario central

Lo recién planteado no pone en cuestión donde hay que pararse en las próximas elecciones: del lado del Pueblo, acompañando en cada lugar del país a los candidatos del Frente de Todos. No dudamos que los compañeros y compañeras electas son los que pelearán desde sus bancas para profundizar el proceso de redistribución de la riqueza beneficiando a los sectores populares, son los que defenderán la soberanía y la independencia económica recuperando el manejo de nuestras vías navegables como camino de entrada de riqueza para nuestro pueblo y no como vía de salida para la fuga de divisas por parte de las transnacionales, son los que garantizarán un acuerdo digno con el FMI que no condicione el futuro de las próximas generaciones, son los que encabezarán la disputa con el partido judicial para enterrar el lawfare como mecanismo de persecución -que todavía sobrevive con buena salud como lo demuestra que compañeros sigan presos por el sólo hecho de haber defendido un proyecto político popular-.