Mientras Donald Trump vuelve a posicionarse como figura central de la política global, su retórica y acciones desatan una peligrosa espiral de violencia geopolítica, con respaldo a Israel, provocaciones a Irán y un juego económico que amenaza a China y Rusia.
Por Capitán Cianuro para www.marambio.com.ar
Donald Trump no solo alcanzó la presidencia de Estados Unidos: impuso una narrativa personalista y autoritaria, en la que se asume como el guardián —y juez— del orden global. Su estilo, marcado por aranceles unilaterales, desprecio por la diplomacia multilateral y un culto al poder duro, ha redefinido la forma en que EE.UU. se relaciona con el mundo.
Sabe que su hegemonía está desafiada por tres potencias: China, Rusia e India. Frente a ello, responde con sanciones, presión militar y manipulación de alianzas. A la Unión Europea la castiga con tarifas comerciales mientras exige a la OTAN aumentar su presupuesto en defensa. En realidad, lo que promueve es una industria armamentista que alimenta conflictos y prepara el terreno para nuevas guerras.
Gaza, el laboratorio del horror
El respaldo de Trump a Israel —especialmente al gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu— ha sido absoluto. En la guerra contra Gaza, se ha convertido en cómplice de una campaña militar que ha dejado miles de muertos, el 95% de las infraestructuras destruidas y una población civil sometida al hambre, al asedio y al miedo constante.
Mientras Israel argumenta defensa legítima, los hechos demuestran que su operación excede cualquier justificación táctica. A pesar de su capacidad para ejecutar ataques de precisión —como el asesinato de altos mandos del ejército iraní o científicos nucleares con daño colateral mínimo—, no aplicó esa lógica con Hamas. En cambio, optó por una destrucción masiva que apunta más a una limpieza étnica que a una ofensiva estratégica.
Irán, el nuevo blanco económico
En esta narrativa, Irán juega un rol clave. Más allá de las razones militares, aparece un trasfondo económico evidente: Sí, el cierre del Estrecho de Ormuz perjudicaría significativamente a China y Rusia, ya que China es el principal comprador de petróleo iraní y Rusia también depende de estas rutas comerciales para su economía y exportaciones energéticas.
Impacto en China -mayor comprador de petróleo iraní-: mantiene con Irán una alianza estratégica clave. Un cierre del Estrecho afectaría directamente su suministro energético.
Precios del petróleo: El impacto global será notable, pero China sufrirá especialmente por su dependencia del crudo iraní. Los precios subirán y pondrían presión sobre su economía.
Posiblemente esto es lo que pretende Trump en su guerra económica: tensionar la región para golpear indirectamente a sus principales competidores geopolíticos. El conflicto ya no es solo militar o ideológico: es una herramienta de presión económica a gran escala.
El espectáculo de la paz tras la devastación
La ironía máxima llega cuando, tras alentar ataques y crisis, Trump se presenta como mediador. Ofrece reconciliación, se saca fotos con líderes internacionales y hasta es postulado al Nobel de la Paz. Un libreto calculado: incendiar para luego posar como bombero.
Argentina, Milei y el alineamiento ciego
En este juego de polarización, aparecen actores que buscan protagonismo por adhesión. Javier Milei, desde Argentina, no duda en abrazar la lógica de los “buenos contra los malos” que propone Trump. Apoya sin matices a Israel, criminaliza al Islam y se posiciona geopolíticamente como satélite ideológico de Washington. No hay estrategia, solo fe ciega.
Hollywood no es la realidad
Occidente, especialmente Estados Unidos, se ha autoproclamado el salvador del mundo. Pero su historia de intervenciones, guerras encubiertas y apoyo a dictaduras contradice esa imagen. El cine puede vender héroes, pero los pueblos devastados por su accionar cuentan otra versión. La verdad no está en los guiones, está en los escombros.
¿Hacia dónde vamos?
Hoy vivimos bajo la amenaza de líderes que tuitean como si jugaran a ser dioses. Trump, Netanyahu, Milei y otros apóstoles del mesianismo político promueven guerras culturales, religiosas y económicas disfrazadas de cruzadas por la libertad.
Pero el mundo real no es el de sus discursos. Es el de los muertos en Gaza, el de los civiles en Irán expuestos a una guerra inminente, el de millones que viven con miedo por decisiones tomadas desde oficinas blindadas por el poder y la soberbia.
Urge una ciudadanía crítica. Urge volver al derecho internacional. Urge un liderazgo que escuche más de lo que impone. Porque si seguimos el camino de quienes gobiernan desde el ego y no desde la empatía, lo que nos espera no es la paz, sino el abismo.